miércoles, 30 de diciembre de 2009

L.

Se dio cuenta de que a él le costaba mantener el equilibrio, que tenía los ojos entrecerrados y aquella sonrisa bobalicona sin sentido. Y lo que más la sorprendió es que aún estaban cogidos de la mano, y aunque hubiese intentando soltarse, parecía que él estaba tan a gusto con ese gesto que hacia que fuese natural.

Se sintió extraña pero no hizo nada.
- Ay, madre… ¿estás borracho?
* ¿Yo? –preguntó señalándose el pecho con la mano que tenía libre. –Me ofendes, si por beber te refieres al agua, está bien, lo confieso. Soy un fan del agua. ¿No os parece una noche encantadora? –preguntó extendiendo el brazo y dando un manotazo sin querer a uno de los invitados.

Ella puso su mejor cara de disculpa y sonrió al hombre que miraba a su acompañante con el ceño fruncido y que parecía dispuesto a lanzarle una maldición allí mismo.

- Por favor ... – le rogó ella.
* ¿Qué dices? ¿Que quieres bailar? –preguntó él en voz alta como si no la hubiese oído bien.
- Será mejor que nos vayamos –dijo nerviosa

Sintió el peso del cuerpo de su amigo sobre ella y se tambaleó ligeramente a su derecha, notó un nudo en el estómago.

* Cuidado, que te caes –dijo el chico con una risita.

Ella clavó la vista en el suelo unos segundos y luego lo miró, sonreía con los ojos como platos.

- ¿Qué? –preguntó impaciente.
* ¿No nos íbamos? –preguntó con inocencia.

Ella puso los ojos en blanco y él empezó a caminar hacia la salida, tirando de la mano de de la chica. Cuando por fin salieron afuera notó que el aire era menos denso que en la fiesta y agradeció perder de vista a todos los invitados.
Caminaron en silencio interrumpido de vez en cuando por la risa nerviosa de él. Empezaba a tener dolor de cabeza.

El chico paró en seco. Tuvo que tirar de su mano, pues no parecía dispuesto a seguir andando. Tropezó cayendo hacia la izquierda, pero él la cogió por la cintura atrayéndola hacia él para que no cayera. Entonces le vio, ligeramente inclinado hacia ella y con esa sonrisa idiota que había tenido toda la noche, producto de la borrachera, con los ojos brillando a pesar de que estaban casi a oscuras. Pensó que nunca habían estado tan cerca, que jamás se habían abrazado. Siempre le había dado miedo tocarle. Le hacía sentir insegura.
No supo si fue ella la que acortó la distancia o fue él, pero notó como su nariz rozaba la suya ligeramente. Aspiró profundamente y sintió como el corazón le latía con fuerza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario