sábado, 20 de marzo de 2010

D ♥.


Le gusta recién levantado, mechones desastrosos y marcas de almohada en la cara, el pijama arrugado, la voz profunda como una caverna. Le gusta cuando sale de la ducha, con el pelo húmedo y granate y oliendo a champú. Le gusta mientras lee repantigado, ocupando medio sofá con su enorme estatura, vaqueros, flequillo en los ojos, bostezos ahogados. Le gusta cuando juega al ajedrez, con los codos apoyados en la mesa, la cabeza sujeta entre las manos, con esa expresión de intensa concentración. Le gusta -que nadie se entere- durante la cena, los carrillos hinchados y hablando con la boca llena. Le gusta su sonrisa, perezosa y ladeada, su voz de dormitorio, las pecas de su nariz, su ropa gastada, sus zancadas enormes, sus manos. Le gustan sus celos, sus malos modales, su holgazanería y su poca delicadeza.

Le gusta toda esa furia impulsiva y esa lealtad sin fisuras con la que movería montañas.

Le gusta. Aquí. Ahora.

Siempre.