martes, 29 de diciembre de 2009

Lógica.


La verdad, no sé por qué estoy jugando. Odio este juego, las cosas de lógica siempre se me han dado bien, pero el ajedrez se me resiste. Sin embargo, a él es una de las cosas que mejor se le dan, eso demuestra que no es tonto, y que cuando quiere sabe hacer las cosas bien, sólo es un poco vago. Bueno no, un poco no, bastante. Sonríe, ¿por qué sonríe? Me sorprende la seguridad con la que mueve las piezas, con la que juega toda la partida, lástima que pierda esa seguridad en todas las demás cosas.

-¡¡Me estás dejando ganar!! ¡Podías haberme echo jaque mate hace ya varias jugadas y no haces más que dar vueltas al tablero con todas las piezas! ¿Pensabas que no me daría cuenta?
* Yo...

Me levanto de la mesa y camino hacia la puerta. Al final hemos acabado discutiendo, como siempre.

* ¡Espera!
- ¿Qué quieres?
* Bueno... que si quieres jugar otra vez conmigo. Te prometo que esta vez no intentaré... alargar tu derrota. Será rápido e indoloro. ¿Qué me dices?
- Que me parece bien, porque esta vez pienso ganarte...

Y es que quién puede resistirse a esa mirada de ojos azules. Y por supuesto, a acabar discutiendo otra vez por cualquier estupidez...

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